El manierismo y los primeros pintores europeo, 1550-1640
Hacia la primera mitad del siglo XVI en Europa, se observa un cambio en el gusto de la pintura donde las formas se volvieron mucho más estilizadas y alargadas. Algunas pinturas denotan incluso una desproporción de los cuerpos y posiciones incómodas, contorsiones imposibles en la posición y actitud de algunos personajes. Se le ha llamado a este cambio Manierismo, término que surgió a partir de la investigación de numerosos historiadores del arte del siglo XX. La obra de Rafael y Miguel Ángel fue la fuente pictórica en la cual los manieristas se inspirarían para crear un estilo a partir de una compleja estilización dando lugar a formas caprichosas y fantasiosas, junto con la elegancia y el preciosismo que representaban a las altas esferas sociales en el Viejo Continente.1 Ahora bien, volviendo nuestros ojos a la Nueva España, podemos también detectar algunas obras que para la segunda mitad del XVI, presentaban ya la influencia del Manierismo. Marcus Burke ha detectado la recurrencia a dicho estilo en el pintor flamenco Simón Pereyns y Andrés de la Concha -quienes incluyo más abajo- pero se trata de un Manierismo ya controlado por los nuevos preceptos eclesiásticos que se encargaron de dictaminar la representación de lo divino. Estamos hablando de la última sesión del Concilio de Trento en 1563. |
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A partir de la necesidad de pinturas de caballete y retablos que se supeditaran al estricto gusto del movimiento trentino, se requirieron pintores europeos en la Nueva España. Sin embargo, los artistas indígenas educados en las escuelas de artes y oficios compitieron con los artistas venidos del Viejo Mundo. Por ello, las autoridades eclesiásticas reunidas en 1555 decretaron que ningún pintor español o indígena pudiese pintar imágenes o retablos sin ser previamente examinados.4 Por otra parte, el gobierno de Nueva España conformó leyes y ordenanzas en 1557 que dictaminaron una jerarquía gremial compuesta por aprendices, oficiales y maestros, así como la integración de autoridades en el gremio como veedores y alcaldes. Tenemos así, tres tipos de pintores que conformaban un gremio: sargueros, imagineros y pintores al fresco.5 Dentro de los gremios se exigía al artista el conocimiento d la pintura al fresco y al óleo, la perspectiva, el dibujo del modelo y del desnudo así como la dominación de la decoración grutesca o "pintura de romano".6 Es importante notar que sólo he considerado a tres pintores europeos quienes, a mi parecer, fueron los mejores exponentes de la obra pictórica que se realizó en Nueva España a finales del siglo XVI. Sin embargo, debo citar a aquellos artistas pertenecientes a la primera mitad del siglo, de quienes sólo se posee un registro textual puesto que al parecer, ninguna obra firmada es conservada hoy en día, más aún, sobreviven varios lienzos que son considerados anónimos y no se ha podido probar, si alguno de los pintores que menciono a continuación, haya sido el autor de dichas obras. Me gustaría señalar aquí, que estas obras novohispanas de la primera mitad del siglo XVI se acercan en gran medida al estilo renacentista, aún más que aquellas que realizó la escuela de Pereyns a partir de 1560. Por lo general, las obras presentan una composición central junto con la utilización de la perspectiva renacentista y se recurre a la creación de un espacio o edificio arquitectónico de la época sobre el fondo de la imagen. He aquí los nombres de los primeros artistas europeos junto con la fecha aproximada de su actividad en la Nueva España: 1. Cristóbal de Quesada (1535-1550). 2. Juan de Illescas (1548-1560). 3. Luis de Illescas (antes de 1563). 4. Alonso López (c. 1559). 5. Pedro Robles (c. 1556-1563). 1 Pasquel, Elda, El Manierismo, Op. Cit.., p. 237. 2 Burke, Marcus, "Generalidades", en: Pintura y escultura en Nueva España: el Barroco, Azabache, México, 1992, p. 29. 3 Burke, Op. Cit.., p. 30. 4 Toussaint, Manuel, "Primeras manifestaciones del Renacimiento", Op. Cit., p. 66. 5 Alarcón Cedillo, Roberto y Armida Alonso Lutteroth, Op. Cit., p. 25. 6 Toussanit, Manuel, Op. Cit., p. 66. |
Autor: Gabriela de la O |